La sal añadida a los alimentos, sobre todo en excesiva cantidad, puede resultar muy perjudicial para muchas personas y en especial a los enfermos del riñón.
Esta es la razón de la supresión de la sal en los alimentos para los enfermos de riñón.
Pero no es esto tan sólo, pues la supresión en absoluto de la sal de cocina, especialmente en quienes estaban habituados a tomarla desde largo tiempo, produce enérgicas reacciones curativas, aun cuando se trate de enfermedades cuyo plan de vida no exija la supresión de la sal.
Hay que tener en cuenta que muchas personas se han acostumbrado a la alimentación con sal de cocina desde la infancia, habiéndose creado en ellas un hábito, tan fuertemente, que les parece difícil poderse desprender de él.
El enfermo de los riñones que por necesidad ha de cambiar su alimentación corriente, por un régimen sin sal, puede al principio encontrar algunos menús relativamente sosos.
Pero después de algún tiempo, el paladar se adapta y encuentra su régimen agradable y gustoso.
Gran parte de las dificultades, que pueden presentarse al principio del régimen sin sal, son puros efectos de imaginación, en gran parte debidos a la fuerza de la costumbre y de la rutina.
Muchas personas no saben preparar debidamente los alimentos naturales.
Esto sólo puede ocurrir por desconocimiento del arte de cocinar, en el que no se deja sentir la falta de sal, ni de los condimentos perjudiciales, todos los cuales son sustituidos por condimentos sanos y naturales, ricos en vitaminas, y algunos de ellos dotados, incluso, de valiosas propiedades curativas.
De este modo se hace mucho más fácil el cambio de régimen.