digestión y alimentos

El proceso digestivo de los alimentos

Cuando nos levantamos de la mesa tras una comida apetitosa transcurren unas dos horas antes de que volvamos a pensar en la comida.

Pero, para el cuerpo, ése es precisamente el momento de ponerse a trabajar.

En un proceso químico sumamente complicado, deberá disolver los alimentos en partículas diminutas para que el organismo pueda extraerles el debido provecho.

La digestión se inicia en el momento preciso en que introducimos una porción de comida en la boca.

En primer lugar, los dientes trituran los alimentos sólidos al tiempo que éstos se mezclan con saliva.

De este modo se produce la amilasa, una enzima contenida en nuestra saliva, cuyo cometido es transformar en glucosa los hidratos de carbono.

Mediante movimientos automáticos de la lengua y de los músculos de la boca, se tragan las porciones de la comida, que pasan a continuación a la garganta y al esófago.

Aquí se contrae rápidamente la musculatura antes y después de cada bocado las contracciones son tan vigorosas que incluso haciendo cl pino el ser humano puede tragar normalmente.

El tránsito de los alimentos hasta el estómago no tarda más de 10 segundos.

Estación intermedia

EL estómago vacío presenta una imagen arrugada, parecida a un balón de fútbol aplastado por un lado.

Pero cuando los alimentos entran por su sinuoso conducto superior o fundus, entonces se hincha como un balón precisamente.

De esta especie de depósito de despensa van saliendo poco a poco pequeñas porciones en dirección a la parte inferior del estómago, o antro, donde las músculos amasan los alimentos y, ayudándose del jugo gástrico, compuesto principalmente de ácido clorhídrico y de enzimas digestivas, los mezclan hasta formar una especie de papilla.

Al cabo de un lapso de tiempo que dura entre 3 y 6 horas, la comida pasa del estado sólido a otro semilíquido.

Las enzimas resultan indispensables para los distintos procesos digestivos, pues gracias a ellas se producen las reacciones químicas necesarias para que el cuerpo disponga de las sustancias energéticas y reconstituyentes que precisa para su normal funcionamiento.

Una vez que el bolo alimenticio, o quimo, se ha pre-digerido de esta manera, intervienen unas especiales hormonas tisulares que controlan el vaciado del estómago en colaboración con los nervios.

Estas hacen que, tras atravesar el denominado píloro, el quimo pase paulatinamente a la siguiente fase del proceso digestivo, que tiene lugar en la sección del intestino superior llamada duodeno.

En el intestino delgado, que mide unos 3,5 m de longitud por 3 cm de grosor, es donde se desarrolla la tarea principal de la digestión.

Aquí las tres sustancias esenciales de la digestión son los hidratos de carbono, proteínas y lípidos, que se disuelven en unidades diminutas.

La secreción de la glándula salival o parótida favorece la transformación de las proteínas en aminoácidos y de los hidratos de carbono en glucosa.

El jugo biliar, de color amarillento-verdoso, que se forma en el hígado por efecto del colesterol, disuelve la grasa no hidrosoluble en gotitas finísimas, con objeto de que también éstas, al igual que las demás moléculas de las sustancias nutritivas, puedan ser reabsorbidas por las vellosidades del intestino delgado.

Pliegues y repliegues

Para que la circulación sanguínea absorba la mayor cantidad posible de las sustancias nutritivas disueltas, junto con las vitaminas y las sustancias minerales que se encuentran en las superficies de contacto, el intestino delgado está compuesto de unos 600 pliegues en forma de bucle.

En cada pliegue se encuentran miles de divertículos membranosos con forma de anillo.

Toda la membrana mucosa está punteada de diminutos vasitos sanguíneos a través de los cuales pasan a la sangre los constituyentes de hidratos de carbono, así como los aminoácidos de la reabsorción de los lípidos se encargan las vías linfáticas.

Cuando el bolo alimenticio abandona el intestino delgado, concluye el proceso digestivo propiamente dicho, al haberse asimilado ya la comida ingerida varias horas antes.

En ocasiones pueden transcurrir más de 24 horas hasta que se digiera la comida en su totalidad y se eliminen los residuos sobrantes.

No todos los alimentos permanecen en el estómago el mismo tiempo.

Cuantos más lípidos se consumen en los preparativos, más dura el tránsito.