Todos sabemos que la mayoría de los alimentos que tomamos no son aprovechados en su totalidad, sino que, una vez aprovechada su parte útil, dejan unos residuos que, si no fuesen eliminados, perturbarían la salud.
Además el cuerpo humano, al funcionar, fabrica también productos de desecho, que deben ser expulsados rápidamente como sustancias perturbadoras que son.
¿Qué sucede con todos estos productos perjudicales?
Pues que son debidamente eliminados por medio de varios sistemas de purificación relacionados entre sí, que son: los riñones, el intestino, la piel, los pulmones y el hígado.
Los riñones son dos órganos gemelos, situados en la región de los lomos, uno a cada lado de la columna vertebral.
Están rodeados de una masa de grasa que los envuelve y que a modo de colchón los protege contra los movimientos bruscos, presiones o golpes y los mantiene en la posición debida.
Tienen una forma semejante a la de una habichuela (judía seca) y un tamaño aproximado de diez centímetros de largo por cinco de ancho.
Los riñones tienen una construcción tan maravillosa que asombra, ya que, con ser su tamaño tan pequeño, desempeñan trabajo tan grande, difícil e importante como es la filtración de la sangre, adaptándose en cada momento a las necesidades del cuerpo.
Para que se forme una idea del inmenso trabajo que realizan, le diremos que cada día pasan por los riñones quinientos litros de sangre, para ser filtrados y depurados, es decir, la sangre total de todo el cuerpo (siete litros), es purificada unas setenta veces al día.
Es difícil formarse idea de que existen en cada riñón cerca de dos millones de tubos muy finos, que de ponerlos unos a continuación de otros, formarían un tubo casi de 100 kilómetros, distancia que requiere unas veinticinco horas para recorrerla a pie.
Todos estos finísimos tubos están contenidos en el riñón, cuyo tamaño no llega al de un puño cerrado.
Esto nos muestra al riñón como una de las construcciones maravillosas de nuestro cuerpo, tan perfectamente combinada, para cumplir con sus funciones complicadas con una precisión realmente asombrosa.
Cada uno de estos tubos obra como un pequeño filtro independiente, depurando una pequeña cantidad de sangre y enviando la orina formada a los grandes colectores, que desembocan en un conducto ancho que se llama pelvis renal y que sale del riñón.
Desde aquí la orina va bajando por el uréter, que es un conducto o tubo que une los riñones con la vejiga, depósito que se va llenando de orina hasta que la persona tiene deseos de orinar y la vacía.
La vejiga es un recipiente redondeado, que tiene una capacidad de medio a un litro.
La orina llega a ella por los uréteres, que vienen cada uno de un riñón.
De la vejiga sale un conducto llamado uretra, que sirve para expulsar la orina de la vejiga al exterior.
La orina está formada en su mayor parte por agua y contiene disueltas muchas sustancias de desecho, principalmente sal, urea, ácido úrico, etc.
Durante las enfermedades se pueden encontrar otras sustancias, como azúcar, acetona, albúmina y otras.
La cantidad de orina eliminada varía con los alimentos y bebidas que se toman, pero las cantidades corrientes son las siguientes durante veinticuatro horas:
Los niños de un año, un octavo a medio litro.
A los cinco años, aproximadamente, un litro.
A los ocho años, un litro y cuarto.
Desde los catorce años, litro y medio, que es la cantidad normal del adulto.
No obstante, hay causas que pueden modificar esta cantidad, por ejemplo, si se bebe mucho se orina más y si se suda mucho se orina menos.