El fósforo contribuye al funcionamiento normal de las membranas celulares y a mantener la memoria.
Decían los primeros fisiólogos que, sin fósforo no hay pensamiento.
Ahora ya está probado que se quedaban cortos.
Ralph W. Gerard pone las cosas en su sitio cuando asegura que «sin fósforo no hay vida».
Después del calcio, es la sal mineral con mayor presencia en el cuerpo.
Es elemento fundamental en la construcción del núcleo de las células, el sistema nervioso y los huesos.
Nos llega en forma de fosfatos proporcionados por los vegetales.
Cuando se recomienda la yema de huevo y el queso como afrodisiacos se está, en realidad, haciendo un canto del valor que tiene el fósforo como vigorizante sexual.
Valor que se extiende también al trabajo cerebral muscular, así como a la recuperación de los convalecientes.
¿Dónde se encuentra?
Hígado de vaca (cocido), cacahuetes, nueces, avellanas, almendras, leche, mantequilla, quesos secos, yema de huevo, pan integral, judías, lentejas, bacalao, soja, levadura de cerveza, patatas, arroz, avena, maíz, cebada, guisantes, etc.
Su ausencia motiva
Raquitismo, descalcificaciones, deficiencia glandular, problemas de tipo nervioso (insomnio, dolores de cabeza, etc.), disminución del trabajo cerebral y debilidad muscular.
Es de gran utilidad en los casos de fracturas.
Consumo diario
Las necesidades de un adulto giran en torno a los 1,5 gramos.
En los años de crecimiento y en las épocas de lactancia se requiere un aumento de la dosis de (2/2,5 gr.)
Curiosidades
El fósforo contribuye a la mejor fijación del calcio en los huesos al formar el tostato tricálcico.
Se absorbe el 50 % del que se ingiere.
La falta de vitamina D hace mas difícil la absorción.
El 80 % del fósforo presente en el cuerpo se encuentra, combinado con el calcio (fosfato tricalcico), en huesos y dientes.
Györgu y Freudenberg, en algunos de sus estudios, aseguran que es un hecho probado que la ingestión de preparados artificiales de fósforo disminuye la concentración cálcica.