Gracias a un preciso mecanismo reflejo, el bolo alimenticio elude el conducto respiratorio y se dirige al esófago, conducto musculo membranoso de 25 centímetros de largo, que se contrae (movimiento peristáltico) después de cada deglución para empujarlo hacia el estómago.
En algunas personas nerviosas, la deglución puede efectuarse en vacío y muy a menudo, cosa que provoca la aerofagia o acumulación de aire en el estómago.