Peritonitis tuberculosa y cuadros clínicos

virus de la tuberculosis

Es una enfermedad provocada por el bacilo de Koch y debida a su localización en los tejidos del peritoneo.

Puede dar lugar a cuadros anatomopatológicos distintos y en consecuencia, a distintos cuadros clínicos en los que varía la gravedad de los síntomas.

Se manifiesta, generalmente, en personas jóvenes, individuos longilíneos, en sujetos constitucionalmente débiles.

Su aparición está favorecida por dietas erróneas o escasas, por las enfermedades debilitantes como la gripe, tifus, tosferina, etc., y, sobre todo, por esfuerzos excesivos, ya sean éstos físicos o intelectuales.

Pero, en la mayor parte de los casos el factor desencadenante es la pleuritis de origen tuberculoso y las afecciones tuberculosas de las vísceras abdominales.

El bacilo de Koch llega al peritoneo por proximidad, cuando procede de las vísceras, o por vías linfáticas intraperitoneales, por vía linfática (pleuritis, infecciones tuberculosas de los anexos de los genitales femeninos) o por vía hemática (tuberculosis miliar).

Formas

Las formas anatomopatológicas son distintas, muy frecuente es la peritonitis tuberculosa exudativa, caracterizada por la presencia de notables cantidades que oscilan entre 2 y 3 litros de exudado erofibrinoso en el peritoneo.

Hay otra forma, llamada adhesiva, en la que no aparece el exudado y, en cambio, se forman adherencias que más tarde producen numerosos tubérculos diseminados del tamaño de una lenteja localizados sobre el peritoneo y en las asas del intestino delgado.

También existe la forma fibrinosoadhesiva, que puede iniciarse en este aspecto pero que, en general, es una consecuencia de la anterior.

En ella se forman numerosas membranas fibrosas que unen sólidamente entre sí las vísceras.

Destaca la presencia de cavidades, delimitadas por estas membranas, en cuyo interior aparece un líquido caseoso, en este caso suelen aparecer fístulas, es decir, trayectos entre distintas ramas del intestino, por degeneración de alguna de sus zonas;.

Estos trayectos también pueden formarse entre un asa del intestino y la vejiga o entre un asa y la pared abdominal, dando lugar a la formación de una fístula estercórea.

Existe asimismo la peritonitis caseosa.

En esta forma aparecen numerosas masas de sustancia caseosa entre las asas intestinales y colecciones de exudado purulento.

Estas formas, aun cuando sean susceptibles de curación, dejan secuelas constituidas por tenaces adherencias entre las vísceras, que pueden originar graves trastornos en el intestino, como estrecheces, estrangulamientos, oclusiones, etc., que llevan al enfermo a la muerte.

La peritonitis tuberculosa puede presentarse en forma aguda, subaguda y crónica.

Depende de varios factores, el más importante de los cuales es el número de bacilos de Koch que invade el peritoneo y de su aptitud para invadirlo, difundirse y multiplicarse, dependiendo de las condiciones generales del individuo.

Sintomatología

Las personas desnutridas, cansadas, agotadas por otras enfermedades oponen una escasa defensa a la invasión de los gérmenes.

La peritonitis aguda se manifiesta con intenso dolor de cabeza, acompañado de escalofríos y fiebre elevada de 39º a 40º grados.

Se presenta un fuerte dolor abdominal, el abdomen está excavado y demuestra una clara resistencia a la presión con la mano; dicha maniobra es dolorosísima.

Puede aparecer estreñimiento (que es lo más frecuente) o bien diarrea.

Esta forma, con un inicio agudo, puede llevar a muerte al paciente en breve espacio de tiempo, generalmente por la aparición de una oclusión intestinal.

Otras veces los síntomas se instauran gradualmente y, en fase inicial, son escasísimos.

Los enfermos se depauperan gradualmente, pierden el apetito, digieren mal y con gran lentitud, están cansados, permanentemente desganados y soñolientos.

La fiebre, por regla general no es alarmante, del tipo febrícula y solamente se presenta al atardecer.

Cuando el cuadro empieza a agravarse hacen su aparición los dolores abdominales de tipo cólico, se eleva la temperatura y se instaura el vómito.

La forma crónica está representada por la forma anatomopatológica de la peritonitis tuberculosa exudativa.

Los síntomas son escasos o escasísimos.

Los más característicos y significativos son el aumento de volumen del abdomen, la palidez de la piel, la desaparición del círculo venoso periumbilical y la desaparición de la retracción de la cicatriz umbilical.

Si se practica una punción exploradora en el abdomen se obtiene un líquido amarillento, de peso específico 1015 que contiene glóbulos blancos, especialmente linfocitos, células de exfoliación y hematies.

Además de estos síntomas locales se presentan síntomas generales muy a menudo poco alarmantes como dificultades para digestión, falta de apetito, estreñimiento o diarrea, febrícula vespertina, y poco a poco aparecen la anemia y el decaimiento.

El curso de esta forma es variable y generalmente resuelve en forma espontánea.

Desaparece la tumefacción del abdomen, por eliminación del líquido contenido y el enfermo empieza a rehacerse.

Por último llega a la recuperación total.

No siempre, desgraciadamente, las cosas siguen este camino, la peritonitis exudativa se convierte en fibrosa, puede sobrevenir la oclusión intestinal o la forma caseosa que tiene un curso mucho más grave, casi siempre letal.

Cuando en un enfermo se presentan estos síntomas y pertenece a una familia en la que ya se han presentado casos de tuberculosis o que el propio paciente tenga o haya tenido afecciones tuberculosas, está justificada la sospecha de una peritonitis de este tipo.

Esta sospecha debe confirmarse mediante el análisis del líquido obtenido por punción del abdomen, la prueba con tuberculina efectuada en el antebrazo y sobre el abdomen, que ha de ser positiva (es decir, la aparición en la zona donde ha sido inyectada de una área de intenso enrojecimiento, con una induración) y por la prueba biológica efectuada en un cavia, al que se le inyecta el líquido procedente del abdomen.

Puede tener utilidad el examen radiológico y conviene tener en cuenta, como factor discriminante, la edad del enfermo: éste ha de ser joven para que pueda presentarse una peritonitis de tipo tuberculoso.

Tratamiento

El enfermo permanecerá en cama, será alimentado con comidas ligeras pero muy nutritivas, abundantes jugos de frutas, especialmente naranjadas y limonadas.

Su apetito puede ser estimulado con «aperitivos» de tipo amargo y pueden serle administrados digestivos para facilitar esa función.

Enemas o laxantes para dominar el estreñimiento, antidiarreicos si se ha presentado diarrea.

Deben ser administrados antibióticos (estreptomicina), vitaminas A y D, calcio por vía intravenosa.

Conviene la estancia en un clima templado y saludable, baños de sol e irradiaciones ultravioletas.

Es aconsejable la estancia en el mar o la montaña, siendo esta última de preferencia.

Terapeútica

La intervención quirúrgica consiste en la apertura del peritoneo y la exposición de las vísceras a los rayos ultravioleta y la introducción de estreptomicina en la cavidad.

Es muy útil en la forma exudativa.

En las pelviperitonitis tuberculosas también está indicada, con extirpación de las trompas.

La terapéutica quirúrgica es indispensable cuando se forman tumores íleo-cecales, que aparecen por una masa indurada que se forma en la citada región y, por compresión da origen a trastornos en la canalización digestiva y pérdidas hemáticas, ya que se trata de una superficie ulcerada.

La intervención de elección consiste en la apertura del abdomen (laparatomía), en el aislamiento del colon derecho y su extirpación.

A continuación se une el íleo con el colon transverso y se reconstruye la continuidad del tubo digestivo.